viernes, 26 de septiembre de 2014

Pajareando en verano: Aiguamolls de l'Empurdà y Premiá de Mar.

El verano pasado dediqué varias entradas a aquellos días de aves y naturaleza que pasé a lo largo del mismo: ría de Villaviciosa, hoces del río Duratón, Tablas de Daimiel fueron algunos de los lugares visitados. Tenía pensada poner una entrada relativa a las aves avistadas en otro de mis viajes a Premiá de Mar en Barcelona y especialmente en el valle de Camprodón en Gerona, donde disfruté de varias especies que suponían toda una novedad para mí, entre ellas piquituertos, escribanos cerillos o verderones serranos. Sin embargo, por el paso del tiempo y sobre todo, por una avería informática no pude ponerla.
Este verano en cambio haré una única entrada relativa a pajareando en verano, pese a que también he podido disfrutar de las aves en Asturias y en las hoces del río Duratón, entre otros sitios. Se la voy a dedicar a los Aiguamolls de l'Empurdà y a Premiá de Mar.
Al primero lugar, los Aiguamolls, le guardo un grato recuerdo ya que fue allí donde empezó con mayor fuerza mi afición por la naturaleza en general y sobre todo por las aves en particular. Fue hace ya cuatro verano cuando pasábamos allí las vacaciones veraniegas. Sin mucha idea de aves y tristemente sin prismáticos (debo reconocerlo) me emocionaba con una gallineta, a duras penas conseguía identificar a las numerosas cigüeñuelas, y hasta ese momento no sabía que España fuera poseedora de aves tan llamativas como las espátulas, las garzas imperiales o martinetes comunes. 



En fin, mi inocencia o mi ignorancia, como lo queráis llamar, era máxima en aquella época. Han pasado los años y  he ido aprendido, aunque sea un poco, sobre la avifauna autóctona: su distribución, hábitos, fenología, etc. Así, que yendo a Barcelona este verano tenía muchas ganas de acercarme a lo que fueron mis inicio y ver con otros ojos aquello. Obligatoriamente tuvimos que escoger un día pésimo, pero era el único. Un domingo a finales de agosto en un día nublado. Casi, casi diría que el sueño de cualquier ornitólogo.
Hicimos la misma ruta que hace 4 años, la que va desde El Cortalet hasta el Mas de la Matà, siguiendo hasta mitad del recorrido que va hacia la playa, haciendo esperas más o menos largas en cada uno de los observatorios. Las grandes protagonistas por su número fueron las cigüeñas blancas. Si no recuerdo mal, esta especie es la beneficiaria de un proyecto de recuperación de la especie en la zona, contando con varias plataformas donde anidar en una parcela adyacente a las marismas. Sin embargo, desconozco si todas las que había allí eran reproductoras en el lugar o ya se empezaba a notar el paso migratorio post-nupcial. 

Cigüeña blanca.

Junto a las cigüeñas blancas había algunas limícolas como el archibebe claro, el andarríos chico, los chorlitejos chico y patinegro, además los bandos de abejarucos las sobrevolaban y los carriceros comunes y ruiseñores comunes cantaban desde carrizos y tarajes.
En esto, mientras íbamos de observatorio en observatorio y rodeados de endrinos, casi piso sin querer a uno de los habitantes más impopulares de este tipo de ambientes: el cangrejo rojo americano. Se encontraba al borde del camino, y ante nuestra presencia, tomó una postura defensiva. Lo dejamos allí mismo, tal vez corra la suerte de ser depredado por alguna gaviota o ardeida de las allí presentes.

Endrinos.
Cangrejo rojo americano.

En cuanto a las ardeidas, iba con ganas de una en especial a la cual no vi. Sin embargo, ver a un adultos y juveniles de garza imperial junto a un pequeño grupo de martinetes fue uno de los mejores momentos del día (teniendo en cuenta que yo soy más bien de aves de secano). También había alguna que otra garza real, garcetas comunes y garcillas bueyeras.

Garza imperial juvenil.

Las garcillas bueyeras las vi posadas sobre los caballos de la Camarga que tienen en una parcela anegada junto a Mas de la Matà. En ese mismo lugar se encuentran unos antiguos silos de arroz, uno de los cuales sirve de mirador. Desde allí tendremos unas inmejorables panorámicas tanto de las marismas como del entorno.



Ya con los caballos, es curioso cuanto menos verlos compartir entorno con moritos, cigüeñuelas, ánades, garcetas, y garcillas, además de pajarillos y muchísimos rascones europeos que se dejan escuchar más que ver.




Al final el día, o mejor dicho, de la mañana, no dio para mucho más además aquello presentaba cada vez mayor afluencia de gente. No elegí desde luego ni el mejor momento ni seguramente la mejor ruta, pero un día de campeo con moritos, garzas imperiales, rascones y martinetes no es nada normal para mí.



Así llegamos a otra parte importante de este viaje a Barcelona, mis vistas al puerto y espigón de Premiá de Mar. Llevo toda mi vida veraneando por allí, pero hasta no hace mucho no me fijaba en la fauna que podría haber. Ya el año pasado me sorprendía con un ejemplar adulto de gaviota de Audouin, especie de la que se está hablando bastante en los últimos tiempos debido al desplazamiento de sus colonias de cría en las islas deshabitadas del mar Mediterráneo hacia enclaves más o menos humanizados en la misma costa.

Gaviota de Audouin.

Con ente antecedente volví a acercarme al puerto por si me encontraba a alguna. Sin embargo, al primero que pude observar fue al cernícalo vulgar sobre una farola que de momento se ha salvado de los pinchos utilizados para evitar que las aves se posen.

Cernícalo vulgar.

Cerca de él también estaban posadas varias gaviotas, y justo en la primera en la que me fijé era una Audouin. 

Gaviota de Audouin.

En realidad no iba a ser complicado que justo en la primera en la que me fijara fuera una gaviota de Audouin, ya que era la única especie que había por allí (en total 4 ejemplares).

Gaviota de Audouin.

Y del puerto al espigón, donde bancos de peces saltaban sobre el agua, tal vez mofándose de esos pacientes pescadores que no recogían nada tras horas allí. Peces que son presas de gaviotas reidoras y patiamarillas. Pero también de otras especies muy interesantes para mí como los charranes patinegros y los cormoranes, que como más tarde supe gracias a un compañero, eran muy posiblemente cormoranes moñudos juveniles.

Charranes patinegros.

Seguramente cualquiera habituado al mar le parezcan nimiedades, pero vuelvo a repetir, que para alguien como yo era algo excepcional. Así que en días posteriores volví a ir, encontrándome de nuevo con las gaviotas de Audouin, y charrán patinegro, además de grupos de gaviotas sombrías en migración, andarríos chicos, un pequeño grupo de garzas reales volando a no mucha altura sobre el mar, garcectas comunes, lavanderas blancas y la observación fugaz de un martín pescador.
Pero lo que buscaba era el avistamiento cercano de los cormoranes. Pasaban los juveniles, e incluso en una ocasión la figura completamente negra de un adulto. No fue hasta el último día cuando conseguía ver a uno nadando en la orilla del puerto, dejándose fotografiar mucho mejor que los otros.

Cormorán moñudo juvenil.

Como nota final, hace dos año subí al Parque de la Serralada Litoral, donde los vencejos reales pasan el día. Ya el año pasado vi que sus dormideros se encuentran en los bloques de pisos dentro del pueblo, de forma que este año cada atardecer era bonito esperar su llegada y escuchar sus peculiares reclamos.





viernes, 12 de septiembre de 2014

Al pie de los Picos de Europa, Liébana.

En la entrada anterior mencionaba que durante mi estancia veraniega en Asturias hicimos rápidas incursiones por otras provincias vecinas. Entonces pasábamos a Lugo, por lo que en esta ocasión nos toca Cantabria. Quedamos con dos compañeros blogueros, a uno ya lo conocéis (Carlos Rossi) mientras que el segundo aparece por primera vez en este blog, aunque esperemos que no sea la última. Se trata de Alberto Benito, el cual se encargó de hacernos de muy buen guía para nuestro disfrute.



Íbamos con la idea de visitar algunos pueblos de la zona, y como no podía ser de otra forma, gozar la naturaleza que se asienta a los pies de los Picos de Europa. El verano pasado, cuando estuvimos en la zona de influencia de los Picos de Europa terminamos nuestro recorrido en la localidad Asturiana de Panes. Fue en este mismo lugar donde quedamos con nuestros dos amigos para poner rumbo a lo es la capital de la comarca de Liébana, Potes, no sin antes atravesar el increíble desfiladero de La Hermida.
Potes se asienta en la confluencia de varios valles, los que han horadado los ríos Deva (valle de Valdebaró y de La Hermida) y Quiviesa (valle de Cereceda), y más al norte el río Bullón (valle de Valdeprado). De esta forma, se encuentra en una posición estratégica tanto en el pasado como en la actualidad ya que es lugar de paso obligatorio para aquellas personas que suben a alguno de los valles, especialmente hacia Fuente De.



La Villa de Potes fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en el año 1983. Su historia comienza, o al menos eso es lo que parece, a mediados del siglo VIII, cuando se empiezan a repoblar estos valles por parte de los cristianos, con Alfonso I de Asturias como rey. En años posteriores pasaría a manos de diferentes señores, uno de los más conocidos a la postre sería el Marqués de Santillana. Éste último se haría con Potes gracias a que el rey Juan II resolvió las disputas entre las casas Mendoza y Manrique-Castañeda en favor del primero.



El primogénito del Marqués de Santillana, Diego Hurtado de Mendoza y Suárez de Figueroa, tra sla guerra librada entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica recibiría el título de Duque del Infantado gracias a la ayuda que prestó a la segunda. Desde entonces y hasta el siglo XIX la villa perteneció al ducado del Infantado.



Rememorando este pasado, ahora nos encontramos la Torre del Infantado, situada junto a la confluencia de los ríos Deva y Quiviesa. Esta es posiblemente la construcción más representativa de la población. Se trata de una torre fortificada del siglo XIV construida siguiendo los patrones del estilo gótico. En la torre defensiva destaca su planta cuadrada de aspecto recio, con sus cornisas y torres almenadas, el balcón que se abre en la fachada principal, y justo debajo la escalinata hacia la puerta de acceso.



Otros edificios de interés histórico son la iglesia de San Vicente, la torre de Orejón de Lama y diferentes ermitas. De la iglesia podemos decir que se trata de una construcción del siglo XIV pero que ha sufrido como en otros tantos casos, añadidos de otros estilos posteriores.
Sin embargo, y pese a la torre del Infantado, son los puentes sobre el río, sus casas y casonas tradicionales de piedra y madera, aunque muchas de ellas también pintadas de blanco, sus callejuelas empedradas y las diferentes plazas lo que le dan encanto a este lugar. No sin olvidarnos de las llamativas flores que decoran muchas de las zonas a visitar.




Aunque es importante tener en cuenta que el casco antiguo fue restaurado tras la Guerra Civil ya que quedo destruido por un incendio durante la misma.




Antes mencionábamos la repoblación de los valles de la zona por parte de los cristianos tras la conquista del resto de la Península Ibérica por parte de los musulmanes. Los nuevos pobladores constituyeron diferentes asentamientos, los cuales han llegado en muchos casos hasta la actualidad. En este fenómeno fueron de gran ayuda los monasterios del lugar.



El más importante de todos ellos era monasterio de Turieno, más tarde conocido como monasterio de Santo Toribio de Liébana. La iglesia actual, de estilo gótico con influencias cistercenses, se empezó a construir de 1256 sobre una construcción anterior que data del siglo VI. Además, en el muro sur se pueden observar sendas portadas románicas. Además, dependencias adyacentes como el claustro o la capilla que acoge la mayor reliquia del lugar son de estilo barroco. En la mencionada capilla se encuentra el Lignum Crucis, debido a la cual este monasterio es uno de los lugares de peregrinación más importantes para el cristianismo.



Seguimos adentrándonos en el Valle de Valdebaró, remontando el curso del río Deva. Realmente es llamativa la cantidad de pequeños pueblos y aldeas que se asientan a la vega del río, escondidos entre montes o sobre las laderas de la montaña. Por recomendación de Alberto fuimos a Mogrovejo, a la postre uno de los lugares que más me han gustado de este verano.



Esta catalogado como Conjunto Histórico desde 1985, siendo una de las muestras más representativas de la arquitectura tradicional labaniéga, con el inmejorable telón de fondo del macizo oriental de los Picos de Europa.



También existen buenas panorámicas del Macizo de Andara por un lado, y especialmente del valle y de la sierra de Peña Sagra por el otro.



Centrándonos en Mogrovejo, como construcciones eclesiásticas y defensivas destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XVII) y la Torre de Mogrovejo. La torre medieval (siglo XIII) se asienta en lo alto de la loma y dentro de un recinto cerrado, dominando el resto del pueblo.





Las casas  son en su mayoría de piedra con tejas rojas, de no mucha altura en general, y al igual que en Potes, las calles y balcones tenían muchas flores decorativas. Además, hay elementos de su tradición agraria que me recuerdan a otros lugares cercanos, pero en Asturias, como el único hórreo que conserva o la cuadra con el pajar en la planta superior.






Tras unos bocadillos con productos típicos de la zona de Picos de Europa, como pueden ser los Quesucos de Liébana y el Picón Bejés-Tresviso (ambos quesos amparados por su respectiva Denominación de Origen Protegida) nos dispusimos para ir hacia el final del valle y de la carretera, hacia Fuente Dé.


Nos quedamos al pie de los mismos Picos, junto al bosque de frondosas buscando a algún que otro pajarillo, especialmente al carbonero palustre con el cual dimos, aunque hubo muchos más. Sin embargo, debo reconocer que en ese momento estaba más entusiasmado fotografiando esas paredes rocosas prácticamente verticales, de poco menos de 1.000 de desnivel desde donde nos encontrábamos. 





Tras una dura caminata por otra zona del valle en busca de pícidos (sin suerte, pero en otra ocasión será) terminamos el recorrido con un agradable paseo junto a las huertas de Vega de Liébana, con las impresionantes Peñas de la Hoz y Peña Bistruey al fondo y llamándonos para que nos adentremos en ese valle. Ya era tarde, pero me prometo a mí mismo que en otro momento lo recorreremos.






martes, 2 de septiembre de 2014

Mondoñedo.

Durante las vacaciones veraniegas en Asturias hemos realizado rápidas incursiones en otras provincias vecinas. La primera de ellas fue Lugo, exactamente a la zona de La Mariña, y entre los muchos lugares a visitar elegimos Mondoñedo.



De su pasado como sede diocesana y posteriormente como capital de provincia (desde el siglo XVI hasta principios del siglo XIX) nos llegan sus múltiples monumentos y la disposición de sus calles propias de una planificación más o menos urbana. Esto le valió la declaración, en el año 1985, de Conjunto Histórico-Artístico.
En esta entrada me centraré en la zona más monumental de la ciudad, pero el visitante debería pasear también por el barrio de San Lázaro con su puente y su capilla, y especialmente por el barrio de Los Molinos con sus ríos y canales, el puente del Pasatiempo y sus capillas.



El punto central de toda la ciudad es la Plaza de la Catedral. La Catedral Basílica de la Asunción se empezó a construir a inicios del siglo XIII, siendo consagrada en 1246 por el Obispo Don Martín. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIV cuando se finalizaron sus obras, aunque posteriormente hubo importantes ampliaciones y reconstrucciones que le dan la apariencia actual al edificio.
De origen románico, de este estilo los principales exponentes son la portada con su gran rosetón además del ábside. Además, en la fachada principal también podemos observar el estilo barroco en forma de la decoración presente en ambas torres.


En el interior, el gran rosetón nos muestra sus colores. Además, el crucero y la sacristía son de estilo gótico, al igual que el coro y los muy interesantes murales que se encuentran bajo los antiguos órganos. En el interior no se puede utilizar el flash, así que poco tengo para mostraros.



Finalmente, el claustro del siglo XVII es de estilo clásico, con arcos de medio punto y columnas dóricas, auque el crucero central difiere en estilo ya que es gótico.



Adyacente a la catedral se encuentra el Palacio Episcopal, mientras que en frente está el antiguo consistorio y varias casas porticadas de gran belleza. Así, se conforma uno de los conjuntos más pictóricos de Mondoñedo, e incluso de los que he visto hasta el momento. Sin embargo, veis pocas fotografías, y en general bastante malas, ya que el mercadillo han decidido colocarlo en el punto más turístico de la ciudad y afeaba bastante la Plaza de la Catedral.



A espaldas de la catedral se encuentra el segundo edificio religioso por tamaño e importancia, el Real Seminario Conciliar de Santa Catalina. La construcción original data de 1775 ya que el antiguo seminario no tenía suficiente capacidad para todos los seminaristas. Posteriormente ha sufrido varias ampliaciones, siendo la más importante la de mediados del siglo XX con nuevos departamentos además de la Capilla Mayor.




Callejeando por la ciudad pasamos junto a la Fuente Vieja y finalmente llegamos hasta el Convento de la Concepción, que como no podía ser de otra forma fue fundado en un 8 de diciembre. A destacar en su exterior la portada de estilo neoclásico coronada con un gran escudo (del Obispo Muñoz y Salcedo), además de una sencilla torre del campanario siguiendo los patrones barrocos.




Recorriendo sus calles, lo cual es también muy importante, observamos la arquitectura civil del lugar. En general, casas de estilo homogéneo, de color blanco con tres o cuatro plantas, zócalos de piedra tanto en puertas como en ventanas, e incluso en algunos edificios vemos balcones de mayor o menor tamaño. Curiosamente, el estilo me recuerda ligeramente al de otros pueblos situados a varios cientos de kilómetros de distancia.




Así, llegamos a la Plaza del Concejo, lugar donde se asienta la actual casa consisotrial. Ésta ocupa un antiguo palacio del siglo XVIII. Además, está cercano a la iglesia de Santigo o Nueva, de estilo neogótico y que aunque se empezó a construir a finales del siglo XIX, reemplazó como sede parroquial a la catedral.



Finalmente, ya en las afueras, se encuentran el Antiguo Hospital de San Pablo y el Santuario de los Remedios, ambos edificios separados por la Alameda de los Remedios. Tanto hospital como santuario fueron mandados construir por el Obispo Sarmiento durante el siglo XVIII, siendo claro el estilo barroco en el segundo.

Así, terminamos esta breve visita por el Conjunto Histórico-Artístico de Mondoñedo, quedando para otra ocasión la visita por ambos barrios mencionados anteriormente, además de algún que otro monasterio en los alrededores.