sábado, 29 de diciembre de 2012

Navidad en Burgos.

Este año, al contrario que en anteriores, no hemos ido a Madrid para ver y fotografiar la decoración navideña que tanto anima a la ciudad (y a los consumidores) en estas fechas frías. Por lo poco que he que visto, no ha cambiado mucho respecto a años anteriores: el mismo árbol de navidad en Sol, las mismas luces antinavideñas en Gran Vía...
Aunque tengo que decir que en los tiempos que corren, me parece correcto que no se destine dinero o muy poco a estas cosas.

Donde sí pude disfrutar un poco del ambiente navideño fue en Burgos. Con su pequeño mercado navideño, que escapa todavía de la influencia de ese mercado navideño tan hortera que tenemos en la Plaza Mayor, queda demostrado que con muy poco, y un genial transfondo como es la catedral de Burgos, se consigue una estampa de lo más navideña.


jueves, 27 de diciembre de 2012

El Capricho.

Muy cerca de la ya conocida Quinta de los Molinos y justo al lado del más moderno y visitado parque Juan Carlos I se encuentra el Parque de El Capricho.
Posiblemente se trate de uno de los jardines históricos más pequeños de la ciudad, y desde luego, uno de los más bellos de los que se pueden visitar en Madrid. Sin embargo, hasta no hace mucho era uno de los lugares más desconocidos, pero parece que los madrileños vamos saliendo de nuestro querido Retiro para ir conociendo otras zonas verdes de la capital.


Este parque comenzó a construirse a finales del siglo XVIII, impulsado por la Duquesa de Osuna, y finalizado a mediados del siglo XIX. Es decir, se ideó siguiendo los cánones del Romanticismo, con todos sus ideales.
Y como no podía ser de otra forma, sigue cumpliendo sus funciones, trasladándonos a otras épocas e incluso a los mundos imaginarios de sus creadores. Para ello, debemos pasar por la plaza de toros para que los Duelistas nos den las bienvenida.

Debemos seguir hacia el palacio, que se ve al fondo. Pero antes nos detendrán los emperadores, los cuales miran fíjamente, aunque con su mirada vacía, a la Exedra.




Al seguir por el Paseo nos encontramos con uno de los tres estilos clásicos de los jardines europeos, el parterre, con sus setos, fuentes y estanques en perfecta armonía.



Junto al parterre, el Palacio.


 
Sin embargo, mejor asomarnos a la barandilla del lado derecho para observar los jardines de estilo italiano y el laberinto. Actualmente cerrado al público, por lo que no podremos perdernos por allí. Una pena, desde luego.

Emperador con el laberinto al fondo


Pero ni los jardines de estilo francés ni de estilo italiano son los más bonitos ni interesantes de El Capricho. Desde el Palacio, a la izquierda, nos adentramos en el paisaje más inglés, caracterizado por sus amplias praderas con numerosos árboles sin un orden determinado y los numerosos caprichos que por allí encontraremos.

No tardaremos mucho en observar la estampa más romántica, el templete a Baco, muy conocido por ser el dios del vino, pero también lo fue de la agricultura y del teatro.
Sentarse en su interior, en la embriagadora tranquilidad, y observar nuestro alrededor. Abajo el parterre y al lado contrario el obelisco a Saturno. 



Hacia allí nos dirigiremos para encontrarnos con el elemento más importante, el agua. El agua, la primera vez que la veremos, rodea a una fortaleza que hacía las delicias en los juegos de los niños, e imagino que siendo la época que era, de los no tan niños.



Desde aquí, sólo tenemos que seguir el curso del agua hasta llegar al lago. En en este lugar donde se encuentra la mayor concentración de caprichos: la casa de las Cañas y el quiosco, la isla con su monumento o la montaña rusa, por ejemplo.



Recomiendo volver a parar aquí, bien observando a los patos del lago, o bien en alguno de los bancos o sobre el mismo césped bajo la sombra de los árboles.
Aunque a decir verdad, ya nos queda poco de este hermoso parque. Eso sí, antes hay que visitar dos de las edificaciones más singulares y representativas. Primero nos encontraremos con el Casino del Baile, donde nos sorprenderá el gran jabalí que aporta agua al conjunto de los canales y al lago.



Bajando hacia la entrada, la Casa de la Vieja nos recuerda el lado más bucólico de la aristocracia de la época, con su huerta, donde sobresalen las enormes calabazas.



Hasta aquí hemos hecho el recorrido más interesante del parque desde mi punto de vista. Pero como en cualquier otra zona verde, lo mejor es perderse para descubrir todos sus rincones, conocer cada una de sus plantas. Pero sobre todo, lo más recomendable es ir en cada una de las estaciones para verlo en todo su esplendor. A mí sólo me queda la primavera, espero que la mejor época.

Por último, agradecer a Mis Cosines (su blog se encuentra en la barra lateral) haberme facilitado algunas de las fotografías que aquí aparecen y el haberme dejado su cámara para hacer otras cuantas.

 


viernes, 21 de diciembre de 2012

Inicio del invierno (pero no fin del mundo).

Pues ya está aquí, la estación más fría del año. Aunque al contrario que el año pasado, la sierra madrileña ya se ha levantado de blanco algún día y las heladas nocturas han sido bastante fuertes.




Para darle un toque ornitológico, una fotografía de la rapaz más abundante durante el invierno en mi zona. El precioso y amenazado milano real, que con sus vuelos acrobáticos alegra mis salidas por la ZEPA.





lunes, 17 de diciembre de 2012

El atardecer en el Retiro.

Los madrileños tendemos a pensar que en la ciudad no hay bonitos y fotogénicos atardeceres. Pero no es así, sólo hay que buscarlos: tal vez en el Retiro, tal vez desde el Palacio Real o el Templo de Debod. 




Para mí esos son los mejores lugares, pero si alguien sabe de otros, se agradecerá conocerlos.



viernes, 7 de diciembre de 2012

Nuestros tejos.

El tejo crece prácticamente desde el norte al sur de la Península Ibérica, normalmente en lugares húmedos, sombríos y casi siempre de forma aislada, siendo muy raras las tejeras en la actualidad.
Se trata de árboles muy longevos, alcanzando miles de años en algunos casos, y además con un crecimiento lento. Y como todo árbol de características similares ha sido venerado, y a la vez temido, desde antiguamente.



Gracias a las crónicas que han llegado hasta nuestros días, sabemos que los celtas (y astures), lo consideraban como un árbol sagrado en torno al cual se reunían para orar a sus dioses. Pero además, lo utilizaron como ponzoña para envenenar sus fechas, e incluso algunas personas ingerían partes de este árbol como método de suicidio antes de ser derrotados y capturados por sus enemigos.


 
Debido a las tradiciones de las conocidas culturas paganas, los primeros cristianos edificaron sus lugares de culto cerca de los tejos en torno a los cuales se reunían los habitantes de la zona.
Así, actualmente es frecuente, sobre todo en la Cornisa Cantábrica, observar un tejo cerca de una iglesia, una capilla, o incluso de un cementerio. Este es el caso del muy centenario tejo de Salas, ya que se encuentra junto a la iglesia de San Martín, en el interior del cementerio.



En este cementerio se encuentran dos ejemplares, uno junto a la puerta de entrada más joven, pero igualmente impresionante.


El otro, frente a la iglesia, fue declarado Monumento Natural de Asturias en el año 1995. Se cree que data de al menos el siglo XI o XII, cuando fue edificada la actual iglesia de San Martín.
Con una altura de casi 16 metros, el perímetro del tronco de 6 metros y una copa típica de este árbol con un diámetro de 13 metros, queda clara su antiguedad.
Pero si aun así dudamos, al observar su tronco, lleno de arrugas verticales nos convencerá de que se trata de todo un anciano.



Pero en fin, no todo en este árbol tiene que ver con la muerte y los cementerios, ya que se ha utilizado para la fabricación de diferentes utensilios y de algunos de los famosos arcos ingleses. Actualmente, también se utilizan para formar setos o en jardinería.



Con este último fin, son los que se encuentra en Madrid, tanto en el Real Jardín Botánico como en el parque de El Retiro. Y sinceramente, el que vi en El Retiro no me recordaba para nada a los sagrados y fantásticos ejemplares que veo en Asturias, ha perdido toda su misticidad.



Para terminar, recomendar a todo lector que no intente comer ninguna de las partes de este árbol. Como ya dije, es tóxico excepto los arilos, pero como se trata de una especie protegida por nuestra legislación, no se puede "ni tocar".